Resolución: 640*480
Formato: .avi TDTRip
Codec Video: Xvid 2 pass
Codec Audio: AC3
Bitrate Video: 1695 kb/s
Ratio de Muestra: 48000Hz
Bitrate Audio: 192 kb/s stereo (2/0)
Idioma: español
Duración: 1:43:06
Tamaño: 1.37 GB (1,467,028,958 bytes)
SINOPSIS
Es cierto que Los violadores nunca fueron del todo una gran banda de
rock: un astuto rudimentarismo musical, sumado al gozosamente asumido y
novedoso mote de primer grupo de punk criollo, en el que lo particular
podía así adquirir un aire de universalidad y de autoridad cosmopolita,
sumado a un trabajo en el que se ponía el pecho sin saber en realidad
con qué resultados, le sirvieron a Piltrafa y compañía para forjarse una
modesta aunque persistente leyenda, moldeada por lo menos a la altura
de sus requerimientos. Es que en verdad había que estar ahí como ellos
lo hacían, a principios de la década del ochenta, cantando (gritando)
como desaforados esa palabra “represión”, que hoy parece volver a
destiempo y más bien irresponsablemente. Fiesta negra, carnaval de
sótano, conjuración de los demonios del miedo, los empeñosos recitales
de Los violadores (por lo menos una vez, en algún afiche, anunciados
como Los voladores) podían terminar, y no era nada raro, en una razzia,
con palos bien repartidos y visitas forzadas a la seccional más cercana.
Me lo contaron, además podía leerlo en las páginas de El expreso
imaginario. Poco tiempo más tarde, para cuando salió su primer disco, el
grupo estaba precedido por su propio mito, de escasa pero particular
circulación. ¿Quién puede olvidarse de la emoción naive que esas letras
incentivaban (leídas en el minúsculo booklet que acompañaba la edición
en cassette), en las que un sentimiento de inocencia salvaje, adámica,
parecía operar como un fantasma directamente venido del inconsciente? Yo
no, en todo caso.
Prolijamente, el documental de Riggirozzi parece dedicarse menos a
informar a una generación posterior acerca de la existencia de Los
violadores que a producir un objeto que oficie como souvenir para los ya
iniciados. Es decir, hace las dos cosas en verdad, pero termina
funcionando más como una autocelebración, una especie de fiesta privada
para muchachones de cuarenta para arriba. Quienes ofrecen testimonio en
la película son periodistas del palo, la mayoría de los músicos de la
propia banda, músicos afines como los de Cadena Perpetua y otros no,
como Gustavo Ceratti, que viene de todos modos a legitimar
históricamente al grupo. ¿Los violadores se han transformado en cool? No
digamos tanto. El tiempo pone todo en perspectiva, sin embargo, y las
simpáticas destrezas de la película se encargan de alguna manera de
corroborar al fin el ingreso de la banda en los manuales de la historia
del rock argentino (¿O debería decir “rock nacional”, ese sintagma que
odio y que con tanta fruición se usaba en mi adolescencia sin advertir
su torpeza?). Con una estética que parece remedar amablemente el punk en
sus inicios, la película recuerda como en un gesto de puro amor: no hay
reconvenciones aquí, ni cuestionamientos, ni nada que se le parezca.
Ellos son, Los violadores parece decir que el grupo fundador del punk en
la Argentina se merecía un homenaje que reconociera precisamente esa
afiliación secretamente anhelada de la banda a la familia argenta del
rock. Después, qué importa del después. Esa siempre ha sido la declamada
cifra clave en la ideología punk. Pero Los violadores siempre están
volviendo. Y ahora tienen película, además.
Dirección: Juan Riggirozzi
Guión: Juan Riggirozzi
Género: Documental
Interpretación: Pil Trafa, Hari B, Robert "El Polaco" Zelazek,
Sergio Gramática, El Niño, Sergio Vall, El Tucán, Ruso Verea, Alejandro
Nagy, Eduardo de la Puente, Martín Ciccioli, Gustavo Olmedo, Gustavo
Cerati, Sr. Flavio, Campino,Omar Chabán
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